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El Perseguidor

Foto del escritor: Juan AlbánJuan Albán

Actualizado: 31 oct 2022

Quiero escribir sobre esta marca. Es algo que creé un día porque me gusta jugar con las palabras. De ahí nace. Y jugar con las palabras es algo que nos gusta a los seres humanos. Ahora: ¿Por qué nos gusta? He llegado a la conclusión de que es la forma en la que transformamos la lengua. Las palabras son la unidad de sentido semántico más pequeñas, pero están dotadas de una cantidad de significados que con solo pensar en ellas una cantidad de ideas viejas y nuevas vienen a nuestra cabeza. Estoy escribiendo pésimo. Esta parece la reflexión de un profesor varado que aguarda un bus en medio de la noche. La brisa apenas despeina el pasto marchito. Pasto maldito. Un académico de centro cultural sin un peso en el bolsillo. Una idea toca a la puerta. Y de repente alza la cabeza, mira hacia el firmamento, y con la periférica sabe que viene un bus que no es el que espera. Qué desespero. Esta idea. Es una idea, tiene todo el potencial. Tiene el cariño detrás, la ciencia, la necesidad es evidente, pero ¿por qué? Qué nombre lleva la compañía de buses. Rápido Ochoa, Expreso Palmira, Flota Magdalena. ¿No había otra manera? ¿No era eso lo más obvio? ¿Por qué lo obvio aparece siempre como la primera opción? ¿Es porque en algún momento no fue obvio? Y tal vez hoy es obvio pero entonces… hoy que hay tantos buses… y todavía llamamos a la compañías lo mismo. ¿En qué momento marcamos el quiebre? ¿Cuándo es suficiente lo obvio? ¿Qué sería -No obvio-? Escriba usted, profesor de vereda, algunos nombres para la compañía de buses que quisiera que lo recogiera, y entonces lo sueños y las ganas de visitar recuerdan al profesor un cuento sobre un saxofonista en New York, una especie de yonki prodigioso que encuentra en su instrumento la única herramienta para escapar del tiempo, un elevador de consciencia, y este personaje se bautiza como un cazador de liebres, cazador de tigres, un perseguidor. Y sueña. Sueña el profe, allí, en el bochorno de la noche, con una empresa de buses que se llame El perseguidor. Qué bonito sería. Y que los pasajeros que viajen en ella puedan sentirse como tales, perseguidores, soñadores, viajeros apasionados que no importa dónde vayan, llevan en su cabeza y en el billete de bus que compraron, una historia para contar. Una travesía. Son, ustedes mismos, viajeros, perseguidores, se imagina el profesor en una conferencia de la empresa, en el evento de lanzamiento de la marca: "Reunios perseguidores del mundo, viajad para encontrar en el camino una forma de desafiar al tiempo, de salir del espacio donde habitan". Entonces el conductor de Rápido Ochoa le chifla y se sube al bus y cae profundo y faltan días para que esta idea se materialice pero cómo. Quién tiene la oportunidad de sugerir tal cosa, de llamar la atención de un padre; si es que todos podemos hablar y todos podemos titular, pero entonces recuerda al niño de aveyron, ese extraño caso de un francés que sobrevivió al calor de una familia de lobos y cuando intentó ser vinculado con otros seres humanos no soportó la mecánica. Y entonces, piensa el profesor, ¿cómo nombran los lobos? Y se le ocurre visitar otros niños salvajes, humanos salvajes, que tras años de convivir con animales sepan cómo se llaman. O más fácil aún, Jane Goodall, la famosa ecologista norteamericana que vivió con los orangutanes. Quisiera preguntarle a ella: ¿Cómo la llamaban? ¿Cómo se referían a ella? ¿Era un sonido en especial? ¿Era una combinación de palmas y sonidos y tal vez palabras? ¿Por qué la reconocían y qué significaba aquello que la identificaba como miembro de la tribu? Jane, en inglés, un nombre común por lo demás, que significa dios es gracia, pero que en realidad pocas personas conocen su significado; y Jane → Para los primates. ¿Tendrán ellos una deidad y el nombre estará relacionado con ella? ¿Qué significará su nombre? ¿Será un nombre genérico para otros animales también? Bribriubriu→ El animal benevolente que consigo trae inteligencia y paz. O tal vez no. ¿Los nombres para los animales son historias útiles que les sirven para identificar a unos del resto? ¿BruBraah→ Los que mejor pelean? ¿Brahijj→ Los que suben más alto? ¿Brehhh→ Los buenos para nada? Y si así fuera, ¿no sería esta la forma más bella de nombrar? ¿aquella que nos dice algo? Y si imaginamos el mundo de los primates, podríamos decir que la cantidad de historias que pueden contar se limitan a la selva, a su habitat, al golpe inminente de la naturaleza y la entropía, y tal vez de los humanos también. ¿Habrán acuñado los animales alguna palabra para referirse a los actos de los humanos? Sabemos, por ejemplo, si los canguros australianos reconocen en las carreteras una obra extraordinaria a la que se refieren como la construcción de otro. Y este exceso de cursivas qué pretende. Si no es minimizar de alguna forma la inteligenecia de otras especies, vaya profesor barato. Pero de repente se le ocurre: si como humanos hemos hecho un ejercicio milenario y consciente de recopilar información, arte, papeles, y si eso nos ha hecho una raza superior al resto de la fauna que existe, y digo superior en términos de lenguaje y ciencia, entonces eso significa que debemos estar (o estamos) en la capacidad de contar más y mejores historias. Porque el tiempo se funde en un crisol discursivo que arrolla, que pasa y nos deleita con su capacidad de crecer, y todo para qué. Para que el bus se llame Expreso Palmira, Rápido Ochoa, Flota Magdalena. Y eso qué me dice. Que es un bus, sí, ¿y que va a Magdalena? En muchos casos nisiquiera eso. No solo pasa por Magdalena y el otro por Palmira menos; ni hablar de Ochoa, un apellido paisa incipiente. ¿Y rápido? No hay ninguna historia ahí. Y entonces profesor varado, que entrecierra los ojos en el bus, sueña con El perseguidor, una empresa de transporte, y así viaja pensando en una cantidad de oportunidades como lenguas, dialectos y libros existen.

 
 
 

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